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Mi nombre es
Edrian
Elfo / Exmercenario / Tabernero

Sobre mí
Sobre mi




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Raza: Elfo
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Nacionalidad: Un Reino ya no existente
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Edad: +400 años
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Género: Varón
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Estatura: 1'73cm
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Orientación Sexual: Bisexual
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Profesión: Tabernero
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Aficiones: La Caza y Agricultura
Historia
Historia
Capitulo I
Capítulo I
Edrian, fue un elfo nacido en una familia de baja categoría en Thilfan, criado por su padre desde los comienzos debido a la desaparición de su Madre a los pocos meses de dar a luz. Nunca nadie supo mas de ella.
Su padre, soldado raso de la capital de Thilfan, era mal pagado y humillado entre los compañeros debido a su clase social, lo cual pagaba con el menor cada vez que regresaba a casa con castigo y servidumbre, como si la culpa fuese del pequeño.
A pesar de ello, Edrian lo seguía recibiendo cada día. A él y a sus golpes, cada vez yendo amas, consiguiendo así lentamente, el desprecio de su propio hijo en silencio. Podría destacarse que en uno de esos recibimientos llegó a saltarle una muela que jamás se regeneró.
La razón por la que nos referimos a su padre con tanto hincapié , es debido a que cuando el moreno por aquel entonces, tan solo tenía unos veinte años, su padre se enzarzó en una pelea que acabó en desgracia, dejando así a Edrian solo en el mundo.
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Ahora que sus cadenas se habían liberado, decidió dejar todo atrás y empezar una nueva vida.
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Capitulo II
Capítulo II
Con tan solo los veintidós años y el viejo set de armas de su padre, nuestro elfo había conseguido abandonar el reino de Thilfan, el que había sido su hogar y nunca jamás lo sería, ya que con el tiempo, el reino entero fue destruido por las guerras y un desastre natural que inundó todo su territorio.
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Habiendo pasado decenas de años, con el elfo en sus ciento treinta, este había tomado un camino bastante inesperado, pues se entregó a las recompensas, convirtiéndose en un mercenario en el mundo humano que ahora transitaba.
No es que fuese muy respetado por dichos Humanos, pero aun así, reclutó un pequeño grupo de lo mas variopinto, en el que pudo depositar toda su confianza.
Entre aquellos camaradas, se encontraban:
Draral el enano, encargado de que su equipamiento estuviese siempre a punto, como si de una manía enana se tratase. Este siempre portaba una maza con la que ayudaba en algunas peleas.
Tuggs la semielfa, maga, hechicera e ilusionista, era la encargada siempre de todo aquello asuntos que necesitara una distracción o una mano mágica.
Cytthasth el reptiliano, siendo el mas distinto a todos, no se quedó atrás con sus habilidades de ocultación, siendo capaz de forzar cualquier cerradura o desactivar una trampa en cuestión de segundos.
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Y Araya, la humana que consiguió robar el corazón de Edrian, esa mujer te servía para un roto o un descosido, manejaba prácticamente todas las armas con total destreza, era ágil, sigilosa, siempre conseguía los mejores tratos, conocía la magia elemental gracias a Tuggs, amiga del alma desde su niñez, como una hermana para ella. Aquella mujer, era única.
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Los cinco, se encargaban de trabajos de todo tipo, viajando por todo el mundo, resolviendo aquello que se les ponía por delante.
No había quien parase a aquella familia.
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Capitulo III
Capítulo III
Un tiempo después, un encargo llegó a oídas del grupo de mercenarios, los cuales no dudaron en aceptarlo a pesar del riesgo que este suponía. A pesar de ello, el dinero que se ofrecía era suficiente para mantenerlos a todos durante el resto de sus vidas.
Edrian lideró dicha operación, solo tenían que ir en busca de un grupo rebelde que amenazaba con una guerra inminente si no era detenido a tiempo. Lo que no sabían era que el mismo pagador del encargo era quien los traicionaría.
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A mitad del trayecto hacia el encuentro de los rebeldes, fueron interceptados y capturados. Ninguno de los cinco fue capaz de escapar de aquel grupo y fueron apresados para ser utilizados en experimentos tecnológicos, mágicos y una mezcla de ambos.
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Los experimentos, fueron dañando lentamente al grupo, acabando con la vida de Draral y Cytthasth en primer lugar. Sufrieron modificaciones, como el ahora pelo albino del orejas picudas, pero el mayor de los daños estaba por llegar.
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En uno de los experimentos, buscaban la capacidad de someter a cualquier individuo a través de la ingesta de un suero, el cual recibió Edrian. Por su desgaste en aquellas instalaciones, no tuvo la capacidad de resistirse, siendo controlado bajo las ordenes de un mezquino doctor de los laboratorios.
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Empezaron las pruebas con cosas simples, viendo el nivel de sumisión que los sujetos eran capaz de ofrecer, pero cuando vieron que todo funcionaba según lo esperado, llegó lo peor.
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Aquel día habían dado una dosis mas potente al albino, consiguiendo asi manejarlo casi en su totalidad. Lo soltaron en una sala de pruebas, donde tenían a Araya bien sujeta en una tabla inclinada y anclada a la pared. Pasaron los segundos hasta que el suero surtió su efecto y el elfo, con chillidos desesperados de su amada despertó.
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Quiso deshacerla de sus ataduras, pero el no era capaz de acabar con aquellos grilletes de acero. La desesperación los invadía a ambos, pero para cuando quisieron darse cuenta, la primera y única orden llegó. "Danos su corazón"
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Como si una maquina se tratase, el elfo no pudo resistirse a aquel suero, viendo como la humana lo miraba con horror, el horror de ver a quien mas amaba desaparecer de si mismo, con la mirada apagada.
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Un chillido seco fue lo que se escucho después, la vida de la muchacha había acabado en aquel instante, ya que en la mano del elfo descansaba el corazón de esta.
Cuando el trance desapareció, habiéndose enterado de todo, sin haber podido luchar sobre su propio cuerpo por el control, el elfo cayó de rodillas, en un silencioso llanto al haber destruido su vida en tan solo cuestión de minutos.
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Cuando los guardias entraron a por él, se dejó arrastrar un largo rato, pero antes de llegar a su celda, consiguió robar una de sus espadas, acabando con aquellos que lo portaban. En ese instante comenzaba su venganza.
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Soltó a todos los presos, acabó con todo doctor que se ponía en su camino y trinchó a cada guardia que le hacía la contra. Las alarmas sonaron y después vino el fuego, el silencio, la oscuridad.
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Capitulo IV
Capítulo IV
Los días pasaron, y el elfo despertó en un lugar desconocido. La fogata encendida, pocas pertenencias, una toalla húmeda sobre la frente y una semielfa sentada en un tronco caído frente al fuego. Tuggs lo había sacado de allí, seguramente con algo de magia al ser liberada de sus grilletes.
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Edrian se irguió lentamente, encontrándose con su mirada, ambas quebradas por lo que había ocurrido en aquellas instalaciones.
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No pudo con la culpa y le contó todo lo ocurrido. Araya no había muerto entre las llamas o en represalias por su huida, todo había sido culpa suya, de no ser lo suficiente fuerte para no hacer lo que había hecho. Había acabado con el amor de su vida, pero a ojos de Tuggs, eso no tenía perdón para ella.
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Sumida en el odio y la cólera por haber perdido a su amiga del alma, a su compañera, a su hermana, se encargó de que el elfo lo pagara, marcándole así con una maldición.
Una maldición que absorbería su corazón, despojándole de él, al igual que había hecho él con la humana, pero sin llegar a matarlo.
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Quería que sufriera, el resto de su vida para que viviera con aquella culpa a su espalda. Aquella maldición lo volvía casi invulnerable a la muerte, no podría morir herido o por cualquier otra causa, solo podría morir si no se alimentaba del órgano vital que había robado a su amada, corazones.
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Aquella maldición fue la que le dejó esos tatuajes en la piel que cubren todo su cuerpo, unos tatuajes que cuando notaban que la falta de alimento se acercaba, se iluminaban para recordarselo.
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Capitulo V
Capítulo V
Unas cuantas décadas después, el elfo no tuvo la fuerza suficiente para acabar con su vida al negarse a alimentarse de aquel órgano, sino que se fue alimentando a base del de los animales que cazaba con su arco, manteniéndose al margen de la sociedad.
Aquello fue efectivo durante un tiempo, pero con el paso de este, los corazones de animales empezaron a perder su eficacia poco a poco, teniendo que alimentarse cada vez mas a menudo, cosa que le desvelo que debía cambiar de criaturas o acabaría cayendo como Tuggs había querido.
Cuando, al llegar a una pequeña aldea en busca de víveres y algo de vino, se metió lo mas rápido posible en una taberna en busca de algo con lo que calmar las ideas.
Durante su estancia allí, una chica que parecía interesada en su compañía tan solo por lo exótica que era su raza en aquel tiempo se acercó a él, viendo una oportunidad de probar si su maldición era tan cierta como la semielfa había jurado.
Aprovechándose de la joven y sus intenciones, se encargó de emborracharla con vino e hidromiel, pues cuando está le pidió de ir a un lugar mas privado, el elfo acabó con ella en uno de los oscuros callejones de dicha ciudad.
Sin explicarse como, aquello había funcionado. Haciendo que en el futuro siguiera usando esa técnica, que cada vez que era descubierto, le obligaba a cambiarse de localidad en busca de nuevas victimas de su maldición.
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Capitulo VI
Capítulo VI
Habiendo pasado ya su doscientos cumpleaños, el elfo consiguió una cabaña estable en el bosque, oculta de todo el mundo y con animales mas vivos que le evitaban necesitar de carne humana para su supervivencia.
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El elfo vivía en paz, empezando a conocer a mas gente a su alrededor, entablando algunas amistades y nuevas relaciones, llegando a una relación mas intima con una nueva chica, Gideon.
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Gideon era al parecer una guerrera desterrada
de los cielos, a la cual también habían
castigado al igual que a sus compañeros, a
portar un demonio con ellos, en su caso el
demonio de la mentira.
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Ese demonio la obligaba a mentir siempre o
al decir la verdad, descargaba su dolor en la
mujer.
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Todo iba bien para ambos, la muchacha llegó
a conseguirle el arco de Atenea por una
festividad y es el único recuerdo que mantiene
de ella.
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Pero un día, de la noche a la mañana, tanto ella como sus compañeros malditos desaparecieron sin dejar ningún rastro.
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Capitulo VII
Capítulo VII
Cuando pasó los trescientos, Edrian había vivido lo suficiente como para comenzar a establecerse de manera definitiva.
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Acabó estableciéndose en una ciudad cercana al bosque donde tenía su cabaña, en un local en ruinas que acabó restaurando para convertirlo en una taberna.
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En un principio está comenzó mal, teniendo poco
con lo que atender a la gente y una clientela
poco colaborativa. Pero pasado ese tiempo
consiguió que todo fuese a mejor.
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Con el paso de los años, todo se le quedó
pequeño, por lo que para hacerlo todo mucho
mejor y matar el aburrimiento, quemó su propia
taberna para reconstruirla en un futuro.
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Ahora a sus mas de cuatrocientos años de vida,
el elfo tiene una taberna mucho mas completa
en la que permite incluso tener alojamiento a los
viajeros que se acercan a descansar y tomar un
trago.
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Taberna
El Corazón de Araya
Habiendo decidido por fin darle nombre a la taberna, el elfo deja una pequeña descripción de esta para todos aquellos que la visiten junto a un planos a lápiz de las distintas plantas de esta.
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La Taberna consta de dos plantas y una bodega subterránea, la planta principal destinada a la cocina y la taberna en general mientras que la planta superior cuenta con varias habitaciones para alberga el descanso de algunos visitantes.
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Más adelante, se elaborarán unos menús y mejores horarios.
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Planta Principal

Segunda Planta

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